Contexto de la investigación
En un contexto global en donde persiste el racismo y la inequidad, el proyecto Culturas de Anti Racismo en América Latina (CARLA) explora el rol que juega el arte como forma de desafiar y cuestionar el racismo. Para hacerlo se indaga en las relaciones sociales, las prácticas y los discursos de productores culturales contemporáneos, que trabajan desde el arte enfocados en cuestiones de racismo y anti racismo en Argentina, Brasil y Colombia.
¿Por qué el arte?
El arte juega un papel crucial en los movimientos anti-racistas. Debido a su habilidad de movilizar emociones, se vuelve un elemento indispensable para confrontar la lógica emocional que subyace al racismo. A pesar de que las políticas sociales han demostrado que mejorar las condiciones socioeconómicas es vital para corregir inequidades raciales, estas políticas han fallado en abordar las emociones profundas que se producen en el marco de la diferencia “racial” en una sociedad racialmente jerarquizada. En la actualidad experimentamos formas simultáneas de negación abierta del racismo, persistencia de inequidades raciales, y el surgimiento de movimientos Pro-derechos de las minorías; por lo tanto, analizar las intervenciones artísticas generadas para contrarrestar las dimensiones afectivas del racismo resulta particularmente relevante. Nuestra investigación pretende mapear cómo los artistas, sus prácticas y sus producciones culturales generan efectos en la sociedad, que contribuyen a la lucha contra el racismo.
Por qué Latinoamérica?
La región tiene una larga historia de inequidades profundas basadas en ideas raciales. Simultáneamente, existen actitudes racistas pronunciadas que con frecuencia se encuentran solapadas, y que han coexistido junto con el imaginario de la “post-racialidad”. Por post-racial, nos referimos específicamente a la tendencia a negar y minimizar la relevancia del racismo y las inequidades fundamentadas en la idea de “raza”. Esta negación se genera invocando un universalismo que se basa en ideologías “color-blind” (daltónicas) y una tendencia a denigrar el anti-racismo, al considerarlo divisionista, injusto y poco patriótico. Esta paradójica co-existencia se ha vuelto característica de otras partes del mundo. En el periodo posterior a la II guerra mundial, surgió una tendencia que convirtió a la “raza” en una categoría políticamente tóxica y promovió el silenciamiento del racismo. Sin embargo, inequidades basadas en ideas racializadas permanecieron e incluso aumentaron. Esta tendencia post-racial que menosprecia el anti-racismo, sosteniendo que “ha llegado demasiado lejos” y que genera divisiones, ha aumentado considerablemente en los últimos años. Creemos que una de las maneras de luchar contra el racismo en América Latina es abordar esta larga coexistencia para aprender lecciones que permitan analizar el anti racismo de manera más amplia. Por ejemplo, las ideas “post-raciales” proclaman que el incremento del mestizaje (biológico y cultural) indica un decrecimiento del racismo, reforzado por el hecho de que muchos países de Latinoamérica han sido mayoritariamente sociedades mestizas (mezcla de “razas”) por más de dos siglos. Sin embargo, esto se afirma sin que se haya resuelto el problema de las inequidad racial y el racismo.
Racismo anti-negro y anti-indigena
Una característica notable de este proyecto es que aborda el racismo anti-indígena y anti-negro en una región donde prácticas y actitudes que perjudican a estas poblaciones no son con frecuencia identificadas como racismo. Sin embargo, recientemente, mientras aumenta la represión a los derechos de los movimientos indígenas, el término racismo se está volviendo cada vez más popular en sus luchas, al resaltar su dimensión estructural y las desventajas en las que se encuentran estas poblaciones.